(Foto CNS)
5 de diciembre 2019
Hosffman Ospino
Las alarmas se dispararon - una vez más - en octubre del 2019 cuando el Centro de Investigaciones Pew (Pew Research Center) reportó los resultados de una encuesta
reciente que confirma el descenso vertiginoso y sostenido del número de estadounidenses que se identifican como cristianos.
El reporte se titula, "En los Estados Unidos, el cristianismo sigue disminuyendo de manera precipitada". Vale la pena leerlo si uno quiere tener una idea de cómo los estadounidenses ven la religión. Cada vez son menos
las personas, especialmente los jóvenes, en este país que se identifican como cristianos.
Las reacciones han sido muy variadas: sorpresa, escepticismo, lecturas cautelosas, lecturas alternativas, silencio, entre otras. Ya sea que uno esté de acuerdo o en desacuerdo con la metodología, el análisis y las conclusiones del Centro de Investigaciones Pew, hay que reconocer que esta organización hace un buen trabajo creando conciencia sobre el tema de la religión. La religión determina gran parte de lo que somos como individuos y como sociedad.
Es tentador acercarse a las estadísticas sobre identificación religiosa como una fórmula matemática que siempre busca un balance perfecto: unos ganan, otros pierden. En este reporte en particular, las denominaciones cristianas aparecen como las grandes perdedoras.
Mi preferencia es dejar un espacio amplio a las complejidades asociadas con el asunto de la identificación religiosa. El número cada vez más grande de personas en nuestro país que se identifican con tradiciones religiosas que no son cristianas, cerca de un 7% comparado con el 5% hace 10 años, refleja más el aumento de la diversidad en nuestra sociedad que una batalla por las almas entre las distintas religiones y fuerzas secularizadoras en nuestro ambiente.
El ir a una iglesia con frecuencia se sigue considerando uno de los estándares de salud y vitalidad religiosa entre las distintas denominaciones en los Estados Unidos. El reporte confirma una tendencia firme: Cada vez son menos los adultos en nuestro país, especialmente los millennials (personas que nacieron entre 1981 y 1996), que van a la iglesia regularmente.
Aunque ir a una iglesia es clave para construir comunidad y sostener la identidad religiosa, aparte de otras razones espirituales y teológicas, es importante preguntarnos si el no ir a la iglesia es realmente equivalente a no ser cristiano de manera suficiente.
Millones de católicos en el mundo no tienen acceso fácil a iglesias, servicios litúrgicos o a sacerdotes, y aun así siguen siendo católicos y practican el catolicismo activamente en sus familias y barrios.
Quizás uno de los hallazgos más interesantes del reporte es el hecho de que menos de la mitad de los hispanos en nuestro país se identifican como católicos (cerca del 47%). Históricamente, ha sido tradicional asumir que la mayoría de los hispanos son católicos. Ese no es el caso hoy día.
Esto no debería sorprendernos, creo. Las poblaciones no son estáticas. En una cultura que se mueve velozmente, las actitudes hacia la religión y las iglesias cambian de manera constante. La manera adecuada o inadecuada en la que las iglesias interactúan con la gente tiene consecuencias.
A medida que el número de hispanos nacidos en los Estados Unidos aumenta (actualmente cerca del 66%), es muy probable que sean menos los que se identifiquen como católicos. Al igual que los jóvenes y jóvenes adultos en otras comunidades culturales, es casi convencional que los millennials hispanos no se identifiquen con una religión específica. A pesar de haber crecido en hogares católicos y participar de expresiones de catolicismo cultural, pocos se identifican como católicos.
¿Significa esto que hemos de abandonar a los católicos hispanos en nuestras comunidades de fe y en nuestros esfuerzos evangelizadores? ¡Claro que no! Aparte de ser una actitud bastante infortuna, tal posición sólo serviría como una justificación de la todavía muy pobre acogida que reciben los católicos
hispanos en muchas de las esquinas de nuestras comunidades de fe, organizaciones e instituciones.
Los resultados del Quinto Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina del 2018 revelaron que hay aproximadamente 30 millones de católicos hispanos viviendo en los Estados Unidos. Entre ellos, unos 13.5 millones son inmigrantes y unos 16.6 millones nacieron en los Estados Unidos. Cerca de la mitad son menores de 30 años.
Es verdad que el porcentaje de hispanos que se identifican como católicos está disminuyendo. Sin embargo, todavía tenemos 30 millones listos para construir la Iglesia. Es hora de acompañarlos aquí y ahora antes de que las alarmas se disparen una vez más.
Ospino es profesor de teología y educación religiosa en el Boston College.