Isabel Guzmán recoge flores en el vivero donde trabajó por 42 años en Pescadero, que cerró operaciones desde el 19 de marzo por la crisis del COVID-19. Foto sin fecha. (Foto de cortesía).
9 de abril del 2020
Lorena Rojas
El mismo día que Jorge Guzmán cumplió 43 años de trabajar en una finca de flores en Pescadero el 19 de marzo, perdió su trabajo debido a la crisis que ha causado el COVID-19. Su esposa Isabel Guzmán con 42 años en la compañía y todos los trabajadores, en total dieciséis familias quedaron sin empleo.
“La empresa llegó y nos dijo que iban a cerrar porque la marqueta (el mercado donde se vendía las flores) en San Francisco había cerrado también”. Las calas, los lirios del campo (Alstroemerias) y otras variedades de flores que habían recogido del campo no se pudieron vender, compartió Guzmán al San Francisco Católico.
“Cuando nos dijeron que la finca estaba cerrada la gente se miraba triste. Nos metimos en las casas y no nos hemos vuelto a ver”.
Dos semanas después del cierre de la finca, los Guzmán no habían recibido aún salario. La primera semana de cuarentena fueron a la iglesia de Misión San Antonio —donde ambos son catequistas— a recoger comida donada por la Sociedad de San Vicente de Paul.
Después comenzaron a buscar otras fuentes de ingresos para paliar la crisis con la esperanza de que la empresa algún día vuelva a abrir las operaciones.
“Nosotros ya comenzamos a llenar los papeles para solicitar el beneficio del seguro de desempleo. Pero más de la mitad de las familias que perdieron el trabajo no tienen papeles, ellos no pueden recibir ese beneficio”, lamentó Guzmán.
El comentó que algunas de estas familias están usando los pocos ahorros que tienen, pero no saben por cuánto tiempo les van a alcanzar.
Tres de sus compañeros lograron conseguir unas pocas horas de trabajo una finca de productos orgánicos cercana, pero esta compañía no tiene trabajo para contratar a todo el grupo de desempleados del vivero. “Yo ni lo intenté porque los que ya pasamos de los 60 años tenemos miedo de salir de la casa” compartió Guzmán.
El abastecimiento de comida por ahora no le preocupa tanto a Guzmán, el confía seguir recibiendo la ayuda de San Vicente de Paul y de la organización sin fines de lucro, Puente. Esta agencia está respondiendo a la crisis del COVID-19 también en las comunidades vecinas de La Honda, Loma Mar y San Gregorio.
Pero Jorge Guzmán ya está pensando cómo solventar otros gastos como los seguros y los servicios de luz, teléfono y cable entre otros. “Un cheque por aquí, y un cheque por allá y la plata se va rápido”, dice.
A él, le preocupa más de donde van a salir los 450 dólares que pagan cada mes por el seguro médico de los dos, y el dinero para el seguro del auto que son los pagos más grandes que tienen los Guzmán, además del alquiler de la vivienda.
Todos los trabajadores de la finca donde trabajan los Guzmán viven en apartamentos que les renta la misma compañía de flores. “Pagamos una renta baja de 650 - 700 dólares al mes por un apartamento de dos dormitorios. Por ahora no nos han dicho nada, y no creo que nos presionen con la renta, confía Guzmán.
A pesar del panorama sombrío, Jorge Guzmán habla como un hombre de fe que es. “Pienso que también hay que ver lo positivo de esta crisis. Se va a limpiar la tierra y la gente está aprendiendo a convivir, a pesar de lo negativo de todo esto que es tanta muerte que está pasando”, dijo.
Para Belinda Hernández Arriaga, directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro en Half Moon Bay, Ayudando Latinos a Soñar, (ALAS) y profesora asociada de la Universidad de San Francisco, las agencias de ayuda a la comunidad le están haciendo frente a esta crisis, pero también necesitan muchas donaciones para reunir los fondos para los programas.
ALAS coordina con otras agencias locales como Coastside Hope y Abundant Grace Coastside Worker para reunir 500 mil dólares lo más pronto posible, con los cuales darían ayuda en este momento de crisis a unas 300 familias.
Los recursos todavía no están. Las tres agencias continúan buscando donaciones. “Por ahora hemos juntado seis mil dólares en seis días para este programa”, dijo al San Francisco Católico. Con estos primeros fondos van a comenzar el programa con las familias más necesitadas en los días de la Semana Santa, mientras van entrando otras donaciones.
El programa se enfoca en la asistencia para el pago de la renta de vivienda y tarjetas para comprar comida y le da prioridad a las personas y a las familias que no tienen documentos legales en este país y no van recibir otros beneficios que si pueden tener las personas documentadas.
Hernández Arriaga confía en que San Vicente de Paul continúe con el buen trabajo de mitigar el hambre en este momento tal como lo ha estado haciendo. Y ALAS, aparte del programa en conjunto con las otras agencias, ha estado llevando comida a las casas de las personas que no pueden salir, ya sea por la edad, por salud o porque no tienen carro para transportarse, dijo.
César Sánchez, un líder del ministerio de Justicia Social de Nuestra Señora del Pilar en Half Moon Bay, dice que la parroquia aún no ha comenzado a dar ayuda directa en asistencia social, debido al decreto de “quedarse en casa”. “Yo no he contactado al padre todavía, él tiene más de 60 años y con esto hay que tener mucho cuidado”, dijo.
En lo que va de la crisis por la pandemia, Sánchez dirige a las personas que soliciten ayuda a la agencia Costside Hope. Pero asegura que cuando las instalaciones de la iglesia se puedan abrir al público, va a haber programas de ayuda, dijo Sánchez.