El cardenal de Nueva York Timothy M. Dolan dirige un servicio de oración el 11 de julio del 2020 en la Catedral San Patricio en la ciudad de Nueva York durante el cual bendijo los restos cremados de 250 mexicanos que habían muerto por COVID-19. La mayoría de los fallecidos habían sido trabajadores de primera línea en el área de Nueva York. El consulado mexicano en Nueva York ayudó a planificar la liturgia y organizó el transporte aéreo de las cenizas a México después del servicio.
15 de junio del 2020
Rhina Guidos
Catholic News Service
WASHINGTON -- El 11 de julio, en el interior de la emblemática catedral de San Patricio en Nueva York, unos 250 mexicanos fueron honorados como héroes anónimos después de morir de COVID-19, la enfermedad de la cual probablemente se contagiaron mientras mantenían en marcha la ciudad durante los peores momentos de la pandemia hace unos meses.
Sus restos cremados fueron bendecidos en la catedral y, por medio de un acuerdo con el gobierno
mexicano, fueron enviados a México ese mismo día para ser recibidos por sus familias.
"Estas personas, cuando estaba la pandemia en la parte más elevada, nunca dejaron de trabajar", dijo
Jorge Islas López, cónsul general de México en Nueva York, hablando a la prensa sobre los difuntos
después del servicio.
Aunque anónimos, algunos de los inmigrantes habían limpiado los hospitales de Nueva York, mientras que
el personal sanitario luchaba por salvar vidas, dijo Islas, y otros mantenían la provisión de alimentos, o se
aseguraban de la continuación de las obras de construcción necesarias.
"Ahora los llevamos amorosamente a México, su hogar terrenal y rezamos para que ahora vivan para
siempre en su verdadero hogar celestial", dijo el cardenal Timothy M. Dolan de Nueva York durante el
servicio en español.
El cardenal bendijo sus cenizas cubiertas con un manto blanco en el altar principal, mientras que mariachis
tocaban canciones tradicionales mexicanas.
Al hablar con la prensa, el cardenal Dolan explicó que esperaba haber ofrecido aunque fuera un poco de
consuelo a las familias de los migrantes, para que supieran que sus seres amados habían recibido la
bendición de Dios.
"Estas familias sufrieron porque no pudieron estar con sus seres queridos en el momento de su muerte",
dijo.
Pero algunos amigos y familiares estuvieron presentes en el servicio en la catedral, secándose las lágrimas
y mostrando fotos de sus seres queridos desde las bancas. Otros vieron la bendición de las cenizas por
Facebook Live, mientras que el consulado mexicano en Nueva York transmitía el servicio en directo, y
dejaron mensajes en la sección de comentarios.
"Adiós, mi hermano. No estoy en la Santa Misa, pero estás en mi corazón. Te amo, mi hermano, hasta
siempre", escribió Clemencia Bravo.
"Que tu alma descanse en paz, Teresa Romero," escribió Jafed Fer Dax. "Te queremos y extrañamos en tu
querido Huamantla".
"Tío Alfredo, que Dios te tenga en su santa gloria", escribió Jonathan López. "Siempre te vamos a recordar y
extrañar".
"Muchos de ellos murieron solos porque no tenían familiares aquí", dijo Islas, dirigiéndose a la prensa. "Por
eso es importante regresarlos con la mayor dignidad, mayor decoro, con el mayor respeto que debe tener
un fiel".
Después de la bendición, los restos cremados fueron trasladados en un avión del ejército mexicano que
salió del aeropuerto de La Guardia de Nueva York con destino a la Ciudad de México, donde el gobierno
mexicano había hecho arreglos para enviar los restos cremados a las diferentes localidades a través del
país.
En una nota de prensa, la arquidiócesis de Nueva York dijo que el cónsul general había ayudado a
organizar el servicio para aquellos que no habían podido tener una misa fúnebre y entierro en medio de la
pandemia en la ciudad.
"La Iglesia Católica muestra cuidado y reverencia por los restos terrenales de aquellos que han muerto
asegurando un reposo digno y adecuado de los restos terrenales. Esto es tan importante que se considera
una de las obras corporales de la misericordia", dijo la arquidiócesis en un comunicado.
Enterrar a los muertos es una de las siete obras corporales de misericordia, parte de las enseñanzas de
Jesús practicadas por los cristianos como modelo de cómo tratar a los demás. Otros incluyen alimentar a
los hambrientos y dar limosna a los pobres.