26 de febrero del 2020
Pregunta de Diego Soto de la parroquia Misión Dolores.
La misión de satanás está muy bien explicada en 1 Pedro 5, 8 que dice, “Sean sobrios y estén vigilantes,
porque su enemigo, el diablo ronda como león rugiente buscando a quien devorar. Resístanle firmes en la
fe”.
Podemos interpretar la palabra “devorar” como hacer daño o llevarle a la perdición ya que la misión del
diablo en el mundo es seducir a las almas para llevarlas por el camino del pecado. La ruta principal de su
trágica misión es a través de la tentación.
Por lo tanto tenemos que combatir las tentaciones de pecado mientras vivamos esta vida, protegiendo
nuestro corazón y nuestros sentidos de situaciones indecentes.
De hecho, Jesús mismo fue sometido a las tentaciones durante los 40 días que pasó en el desierto después
de su bautismo en el Jordán (Mateo 4,1-11).
Por lo tanto cuidado con lo que ven y leen nuestros ojos y con lo que escuchan nuestros oídos, y sobre
todo rodeémonos de buenos amigos.
Para poder descubrir las tentaciones del demonio es necesario tener una conciencia bien formada. Eso no
se logra permitiéndole a la cultura dominante regir lo que es bueno y malo.
Por el contrario, una buena conciencia se obtiene adaptando nuestra voluntad a la voluntad de Dios y a sus
enseñanzas, las cuales se nos han dado para nuestra felicidad y nuestra salvación y están resumidas en los
Diez Mandamientos, y en las Bienaventuranzas.
Una de las cosas que afecta la buena conciencia es la pérdida de reconocimiento del pecado, algo que
caracteriza a nuestra era, y le ayuda al diablo a actuar casi sin perturbaciones induciendo al ser humano a
pecar, y alejándolo progresivamente del amor de Dios.
La pérdida de reconocimiento del pecado lleva a muchas personas a decir que todo es permitido, o a
preguntar ¿Qué tiene eso de malo? Este tipo de actitudes debilitan la conciencia de las personas porque
seduce y esclaviza al alma y la va llevando a la muerte que es la meta de satanás.
Para poder combatir las tentaciones del demonio necesitamos estar vigilantes, evitando las ocasiones de
pecado y en constante oración. Sin la ayuda de Dios no somos capaces de vencer las seducciones del
pecado.
Para ese combate contra el demonio existe un arsenal espiritual que nos ayuda a defendernos de los
ataques del demonio. Esa ayuda espiritual la obtenemos a través de la oración de liberación y sanación, la
ayuda de nuestra mediadora de todas las gracias, la Santísima Virgen María, la intercesión de los santos, la
ayuda de los ángeles guardianes, y los sacramentales (los objetos sagrados y bendiciones).
Mario Zúniga es diácono de la iglesia Misión Dolores en San Francisco.