El representante estadounidense Jim McGovern, segundo
desde la izquierda con una chaqueta negra, se detiene con
una delegación del Congreso en agosto de 2019 en la
Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San
Salvador, donde están enterrados seis sacerdotes jesuitas
asesinados que influyeron mucho en su trabajo y su fe.
McGovern dirigió a la delegación a El Salvador para estudiar
las causas de la migración. A mediados de noviembre,
asistirá a una conmemoración en El Salvador.
12 de noviembre de 2019
Rhina Guidos
Catholic News Service
WASHINGTON -- Este verano, cuando el congresista Jim McGovern llevó una delegación del congreso
estadounidense a El Salvador para estudiar las causas de la migración, él organizó una visita para el grupo
al lugar donde estaban enterrados seis sacerdotes jesuitas que influyeron enormemente en su trabajo y en
su fe.
Con la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y otros congresistas, se detuvieron en una
zona en el lugar más alto de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas para reflexionar sobre la
brutalidad que sufrieron los jesuitas el 16 de noviembre de 1989. A unos pocos pies de donde están
enterrados, fueron encontrados sus cuerpos ese día, golpeados y balaceados, tirados boca abajo en un
jardín del exterior de su residencia universitaria.
"Creo que fue una visita importante por muchas razones", dijo McGovern a Catholic News Service (CNS) en
una entrevista a comienzos de noviembre. "Es importante para nosotros en el Congreso que estemos en
consonancia con lo que los jesuitas defendían y nos pongamos en línea con ese recinto universitario.
Realmente, en este momento, siento que todos nosotros tenemos que estar incluso más motivados para
retomar el trabajo de ellos y elevarlo, no sólo en El Salvador, sino en Estados Unidos y alrededor del
mundo".
Su trabajo en la universidad jesuita (popularmente conocida como la UCA) era sobre la enseñanza social
católica, la que los impulsó a denunciar las violaciones a los derechos humanos, señalar las injusticias
contra los pobres, demandar paz para ciudadanos inocentes atrapados en el fuego cruzado de un
prolongado conflicto en El Salvador --financiado en gran parte por los Estados Unidos.
McGovern, un demócrata, tenía la esperanza de que el grupo congresional encontraría allí la inspiración
que él dice que encontró y que ha guiado sus décadas de servicio como un representante del segundo
distrito congresional de Massachusetts.
"Todo el tiempo le digo a la gente que muchas de mis políticas y gran parte de mi forma de pensar, ha sido
influenciada por ellos", dijo, refiriéndose a los jesuitas. "Suelo bromear que cuando estaba tratando de
ingresar a la universidad --hace ya tanto tiempo-- creo que fui rechazado en cada instituto de educación
superior y universidad jesuita que intenté ingresar. Por otra parte, pienso que es probable que haya
obtenido una de las mejores educaciones jesuitas que alguien podría probablemente conseguir, debido a
mi interacción con los jesuitas en la UCA".
McGovern llegó a tener contacto con ellos en los años 80 cuando estaba trabajando como parte del equipo
laboral del congresista demócrata Joseph Moakley, del noveno distrito congresional de Massachusetts.
McGovern conoció muy bien a los padres jesuitas Ignacio Martín Baró, Segundo Montes e Ignacio Ellacuría,
quienes fueron arrastrados desde su residencia junto con sus compañeros jesuitas, los sacerdotes Juan
Ramón Moreno, Joaquín López y López y Amando López, y asesinados boca abajo en un jardín de rosas. Su
ama de llaves salvadoreña, Elba Ramos, y su hija de 16 años Celina Ramos también fueron encontradas
dentro de la residencia.
Ya que la oficina de Moakley estuvo involucrada en el debate sobre ayuda al extranjero, McGovern visitaba
con frecuencia a los sacerdotes en sus excursiones a El Salvador, cuyo gobierno de derecha estaba en ese
entonces recibiendo mucho dinero de EE.UU., temiendo que si los grupos izquierdistas de allí tomaban el
control del poder, eso podría ocasionar un efecto dominó de comunismo en la región.
No parecía importar que el gobierno de El Salvador estuviera directamente atacando a los civiles. "Cuando fui la primera vez a El Salvador a inicios de los 80, recuerdo que quedé impactado por la brutalidad de las fuerzas armadas salvadoreñas y la indiferencia del gobierno salvadoreño... la brutalidad que estaba ocurriendo todos los días contra gente inocente", dijo McGovern a CNS. "Y recuerdo que quedé terriblemente impresionado y avergonzado por el rol de mi gobierno en todo esto. Me refiero a que
Estados Unidos le dio miles de millones de dólares a las fuerzas de seguridad".
McGovern más adelante se enteraría --cuando llevó a cabo una investigación sobre el horrible hecho-- que
fueron esas fuerzas de seguridad las que estuvieron directamente implicadas en los asesinatos de los
sacerdotes católicos y sus compañeros.
El reporte de la Comisión Moakley, cuyo trabajo fue detallado en el documental "Enemigos de guerra", en
parte auspiciado por la Campaña Católica de la Comunicación de los obispos de EE.UU., determinó que
varios militares salvadoreños de alto rango fueron responsables de los asesinatos y eventualmente resultó
en el fin de la ayuda militar de EE.UU. a El Salvador, la cual había mantenido viva la guerra durante años.
"Incluso en el periodo posterior (de los asesinatos de los jesuitas), los Estados Unidos no quería hacer nada
al respecto ", recordó McGovern."Solo queríamos cortar la ayuda. No queríamos castigar a nadie".
El tiempo que compartió con los hombres asesinados cambió a McGovern y la experiencia lo llevó a
regresar en varias ocasiones a El Salvador para honrarlos, algo que hará nuevamente este año, ya que
planea estar presente en la universidad para conmemorar el 30 aniversario de sus muertes.
"A principios de la década de 1980, antes de pasar tiempo en El Salvador, antes de conocer a los jesuitas en
la UCA ... mi fe era, usted sabe, sobre rituales, ir a la iglesia los domingos y eso era todo ... No estaba
particularmente inspirado", dijo. "Eso cambió para mí en El Salvador”.
"Me di cuenta de que si uno se compromete con ciertos valores, una vida de servicio, si uno se compromete a levantar a los pobres y a estar con los pobres, hay algo en eso que puede ser muy
satisfactorio. Te hace sentir como que estás viviendo una vida que vale la pena".
Las lecciones que dejaron los jesuitas siguen siendo importantes hoy, dijo, particularmente para aquellos
que toman decisiones de vida o muerte, incluso en los Estados Unidos.
"Para serle sincero, también voy a buscar un poco de inspiración", dijo McGovern.
"Si alguna vez hubo un momento en nuestro país, en términos de lo que está sucediendo en el mundo,
para empaparse en las enseñanzas y los valores de los jesuitas, es ahora", continuó.
"En los Estados Unidos, necesitamos renovar nuestro compromiso con la compasión, acabar con la
pobreza y apoyar a los pobres, y ser defensores de los más vulnerables".
De eso se trataba la labor de los jesuitas y lo sigue siendo hoy, dijo, y agregó que se refiere al trabajo de
ellos cuando se encuentra en un momento difícil.
"A veces, cuando estoy pasando por un período en el Congreso, cuando me encuentro diciendo, 'Oh, Dios
mío, las cosas están malogradas. ¿Dónde está la esperanza?'", entonces lee los libros escritos por el padre
Ellacuría. "Los miro y vuelvo a encontrar energía, y trato de reenfocarme en lo que realmente es
importante".
Para el congresista, la mejor manera de honrar a los jesuitas es continuar su trabajo.
"Creo que la forma de hacerlo no es solo insistiendo y presionando a los poderes para avanzar, para
obtener justicia", dijo. "Pero también tenemos que seguir sus pasos, nosotros, en la Iglesia, en las
universidades y en el gobierno. Todos tenemos que estar del lado de los pobres y ser su voz y ser sus
defensores, ayudar a levantarlos porque, francamente, eso es lo correcto".
McGovern estará en El Salvador a mediados de noviembre, dijo, "para recordar a mis amigos, los jesuitas, pero también para inspirarme por todo lo que defendían".