12 de mayo de 2020
Tú eres un refugio para mí, me guardas en la prueba, y me envuelves con tu salvación (Salmo 32:7).
Mientras continuamos refugiándonos en nuestros hogares para ayudar a detener la propagación del coronavirus, esta oración del salmista nos recuerda que nuestro único y verdadero refugio es el Señor. Pedimos a Dios que proteja a todos aquellos que sufren de dificultades físicas y económicas como resultado de esta pandemia. También soy muy consciente de la angustia espiritual que mucha de nuestra gente está experimentando debido a la falta de disponibilidad para asistir a la Misa en persona. Por lo tanto, deseo enviarles este mensaje para ponerlos al día sobre los pasos que estamos dando para reabrir las Misas públicas aquí en la Arquidiócesis de San Francisco.
Durante estas últimas semanas me he reunido con mis hermanos obispos de California en nuestras reuniones semanales por videoconferencia para discutir la situación actual y elaborar una estrategia para empezar a reabrir con seguridad las Misas públicas. Todos estamos de acuerdo en que debemos hacer esto en sintonía con las regulaciones del gobierno para los protocolos de seguridad, y para ello hemos iniciado una conversación con los líderes gubernamentales en Sacramento sobre este tema. Yo mismo he estado en contacto con los líderes del gobierno local aquí; también he consultado con los principales expertos en los campos de la salud y la epidemiología. También he estado en contacto con el Metropolitano Gerásimos de la Iglesia Ortodoxa Griega, que ha compartido conmigo las preocupaciones similares de los obispos de las diversas jurisdicciones ortodoxas de California. Las próximas dos semanas serán la prueba crítica: San Francisco ha “aplanado la curva”, y si esta tendencia continúa durante estas dos semanas, será más seguro aflojar algunas de las actuales restricciones en las actividades diarias.
En cualquier caso, deseo informarles que he formado un comité de párrocos y laicos para redactar protocolos de seguridad, de acuerdo con las normas gubernamentales actuales, que nos permitirán empezar a acomodar a nuestra gente para la Misa pública. Evidentemente, será diferente a lo que estamos acostumbrados, ya que habrá que limitar el número de personas para observar la distancia física requerida y otras medidas de seguridad. Sin embargo, trabajando con este comité, busco la manera de acomodar el mayor número de personas posible para la Misa sin comprometer de ninguna manera las restricciones de seguridad necesarias para proteger a nuestro pueblo de contraer y propagar el virus.
La dispensa para asistir a la Misa dominical se mantendrá, y así los que teman infectarse podrán permanecer en casa con la conciencia tranquila. También se mantienen las advertencias habituales para quienes deben permanecer en casa y evitar la exposición a cualquier reunión pública, incluido el culto: los ancianos, aquellos con condiciones de salud preexistentes que los hacen especialmente vulnerables a la infección, aquellos que han tenido contacto recientemente con alguien que ha dado positivo en la prueba de COVID-19, etc. El domingo, por supuesto, sigue siendo el sabbat cristiano y por lo tanto debe ser guardado como santo, incluso si la asistencia en persona a la Misa no es posible. Pueden asistir a cualquier Misa en vivo en la Arquidiócesis de forma remota a través del sitio web de la Arquidiócesis. También encontrarán allí un Acto de Comunión Espiritual y otros recursos (https://sfarch.org/keeping-the-sabbath).
Dios es nuestro refugio, y Dios guarda en la prueba a todos los que se mantienen fieles a Él. Perseveremos, pues, en la fe, la esperanza y la caridad, confiando en que, en Su tiempo y en Su manera, Dios nos envolverá con Su salvación.