Niños migrantes que sus familias solicitantes de asilo en la frontera fueron devueltas a territorio mexicano se ven dibujando. (Foto cortesía de Belinda Hernández-Arriaga).
7 de noviembre de 2019
Lorena Rojas
Una delegación de 24 personas del Área de la Bahía visitó del 20 al 25 de octubre la frontera entre Estados Unidos y México para asistir a los migrantes que son devueltos al lado mexicano mientras les procesan la petición de asilo en EE.UU. y se encontraron con unas 3.000 personas, incluyendo niños que han sido dejados a la intemperie en una plaza y dispuestos a morir ahí antes que en sus países.
“Lo que vimos ahí es horrible”, dijo la coordinadora de la delegación la Dr. Belinda Hernández-Arriaga.
“Hay 3.000 personas viviendo en condiciones inhumanas, durmiendo en cartones… bañándose en las aguas contaminadas del Río Grande donde flotan vacas muertas y otros animales”, dijo Belinda Hernández-Arriaga, profesora asociada de la Universidad de San Francisco USF y miembro de la organización Bay Area Border Relief.
A la delegación de voluntarios de Bay Area Border Relief se unieron ocho representantes de la USF entre profesores y estudiantes.
Bay Area Border Relief estuvo ayudando meses atrás a los migrantes en la frontera a través de un centro de Caridades Católicas en el Valle del Río Grande en McAllen, Texas, pero ese albergue dirigido por la Hna. Norma Pimentel se ha visto forzado a ir cerrando sus operaciones, por lo que estos voluntarios del Área de la Bahía se unieron a otro grupo humanitario en la frontera.
En este reciente viaje la delegación del Área de la Bahía se unió a la organización Team Brownsville en la zona fronteriza en Brownsville, Texas asistiendo ahí a personas que han pedido asilo para entrar a Estados Unidos pero fueron enviadas a esperar en Matamoros del estado de Tamaulipas en territorio mexicano, dijo Hernández-Arriaga.
Los voluntarios de la Bahía de San Francisco llevaron un contenedor con provisiones hasta el lugar fronterizo, “compramos unos $3.000 en zapatos sobre todo para los niños” dijo Hernández-Arriaga. Muchas de las personas ahí están descalzas lamentó la dirigente humanitaria. También les proveyeron con tiendas de campaña y les llevaron alimentos.
Entre los 24 delegados pasaron las provisiones al otro lado de la frontera en carriolas y cargando otras en hombros.
Además de cobijas, tiendas de campaña y comida, la ayuda económica es muy necesaria para cubrir costas de servicios legales para las personas que solicitan la visa de asilo. Hernández-Arriaga, dijo al San Francisco Católico, que durante los cinco días que estuvieron en la frontera, de las 3.000 personas esperando por una visa de asilo, solo una familia recibió ese beneficio de entrada a EE. UU.
A ella le preocupa que el número de personas en “la placita” de Matamoros vaya a crecer porque cada día llegan entre 70 a 100 nuevos migrantes a la frontera.
La nueva política del presidente Trump sobre solicitud de asilo ordena devolver a las personas que tratan de ingresar a EE. UU. o que llegan a la frontera a solicitar el ingreso legal al país a través del asilo.
Hernández-Arriaga, dijo al San Francisco Católico que en el pasado los solicitantes de asilo podían permanecer en el país mientras se procesaba su solicitud, pero ahora los están subiendo a un bus y los dejan en el lado de México en una “placita en condiciones inhumanas”.
La mayor preocupación de Hernández-Arriaga en este momento es la llegada de la temporada fría, esas familias tampoco tienen cobijas ni abrigos. Por lo que hace un llamado para que envien donaciones a Bay Area Border Relief visitando www.bayareaborderrelief.org/howyoucanhelp.html