Freddy y Julia Arroyo con su niña Guillermina posan frente a la iglesia San Pedro recién casado en una ceremonia en la cual contrajeron matrimonio 31 parejas, el 19 de
octubre. (Foto Zac Wittmer)
23 de octubre del 2019
Lorena Rojas
Freddy Arroyo estaba listo para casarse por la Iglesia en el 2012 cuando su mamá Guillermina Castellanos contrajo matrimonio con Samuel Serratos en San Pedro en unas bodas comunitarias. Desafortunadamente, para entonces
él cayó en prisión. Sin embargo el sueño de él y Julia Arroyo se hizo realidad el sábado 19 de octubre cuando la pareja se unió en el sacramento del Matrimonio.
Tras 13 años viviendo juntos, los Arroyo se casaron en una ceremonia de bodas comunitarias en la cual contrajeron matrimonio 31 parejas en la iglesia San Pedro en San Francisco.
Durante los seis años que Freddy estuvo ausente del hogar por los asuntos legales su joven esposa Julia se entregó al cuidado de la hija de ambos y a aprender bailes aztecas, hasta convertirse en una danzante profesional, hoy es la líder de un grupo en el cual danza también la pequeña hija de ellos, Guillermina Arroyo de 8 años.
Para Julia el matrimonio por la Iglesia Católica le da un nuevo comienzo a su relación y fortalece la base de la unión, pero también siente que ella “tiene que ser ejemplo en la comunidad que lidera”, dice.
Tanto a Freddy como a Julia se les veía en los rostros la expresión de dicha por haber recibido el sacramento del Matrimonio. La alegría se hizo extensiva a otros miembros de la familia que los acompañaron en la ceremonia, entre ellos la mamá de Freddy, Guillermina Castellanos, bien conocida en San Francisco por ser líder de la Colectiva de Mujeres.
Otros que se casaron en las bodas comunitarias en San Pedro fueron Rocío y Carlos Rivera parroquianos de Misión Dolores, quienes gracias a un hermano de Carlos que va a misa a San Pedro se enteraron de las bodas comunitarias y decidieron buscar la oportunidad de recibir el sacramento, dijo Rocío.
Las parejas que se casaron en esta boda comunitaria recibieron una formación matrimonial durante siete meses. A Rocío le gustó esta preparación para el matrimonio, “nosotros pensamos que era nada más de
llegar y unirnos, pero no, hemos sentido una paz más diferente, nos han explicado como sobrellevar el matrimonio y estoy muy contenta”, dice ella.
Rocío al recibir el sacramento del matrimonio el 19 de octubre se sintió liberada de algo que la oprimía “me siento más libre”, dice, sobre todo porque tampoco había comulgado desde que había recibido la confirmación muchos años atrás.
Carlos, el esposo de Rocío, piensa que no debería haber excusa que prive a las parejas de la dicha del matrimonio sacramental. En su caso, ellos no tomaron la decisión de casarse antes por pura pereza, aunque su papá le había pedido mucho que bendijeran su unión con el sacramento del Matrimonio. “Me gustaría que papá estuviera hoy aquí”, dijo Carlos, pero el ya no está.
María Amaya, una mujer guatemalteca y su esposo mexicano Antonio Amaya traían en la historia de sus vidas las raíces católicas y con ello la importancia de los sacramentos en la vida de la familia, y aunque habían vivido 20 años juntos como pareja y procreados dos hijos Antonio de 18 años y Casandra de
12 años decidieron casarse en las bodas comunitarias en San Pedro el 19 de octubre.
Bendecir su unión en santo Matrimonio fue una decisión de los dos.
La ceremonia de las bodas comunitarias fue presidida por el padre Moisés Agudo, vicario para los hispanos de la Arquidiócesis de San Francisco y párroco de las iglesias de La Misión: San Pedro, San Carlos y San Antonio y concelebrada por el padre Rafael O. Bermúdez y el padre Paolo del Carmen.
Haciendo referencia al Génesis y la creación, durante la homilía el padre Agudo habló acerca del hombre y la mujer como criaturas de Dios.
“Dios dijo dejemos de amarnos entre nosotros y amemos la creación y así sucedió…. Y al final Dios dijo ´hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza´ y ¿sabéis lo que sucedió? Dios os creó a vosotros esposos”, predicó el padre Agudo durante la homilía de las bodas comunitarias.
El padre Agudo continuó narrando la creación y dijo, que Dios metió al hombre en un sueño y de su costado salió la mujer. “Y apareciste tú esposa que eres una creación de Dios. Cuando Adán vio por primera vez a Eva apareció el primer suspiro de la creación y el primer piropo. Ah, esta si es carne de mi carne y huesos de mis huesos”.
Dirigiéndose a los hombres, el padre Agudo les dijo “Este es el mismo suspiró, esposo que tu tuviste cuando viste por primera vez a tu mujer, dijisteis así. Más o menos: Ah, ella es, ella es con la yo quiero vivir, y ella aceptó unirse a ti para que los dos solo fueran una carne”.
“Gran misterio es este (el Matrimonio) y yo lo refiero a Cristo y la Iglesia”, dijo el padre Agudo, “hemos escuchado muchas veces que entran dos y sale uno. No entran dos y salen tres: el esposo, la esposa y Jesucristo con ustedes, ‘porque la gracia no destruye la naturaleza’ como dice san Agustín”, predicó el
padre Agudo.
La naturaleza del esposo y de la esposa se une en una misma naturaleza que es la naturaleza de Dios, esa naturaleza de Dios es el amor. Y llamó a los nuevos matrimonios a amar hasta que duela, dijo el padre Agudo haciendo referencia a una cita de Santa Teresa de Calcuta.
El padre Moisés Agudo concluyó la homilía de las bodas comunitarias invitando a los familiares y amigos presentes a que “os alegréis con la Iglesia, que os alegréis con ellos (los matrimonios) por la gracia sacramental que hoy vais a recibir”, porque Dios no se ha olvidado de este mundo y ha suscitado 31 parejas más, concluyó el padre Agudo.