10 marzo de 2019
Diácono Mario Zúniga
Pregunta Miguelito de la Iglesia Misión Dolores.
Durante la misa asumimos diferentes posturas corporales: nos ponemos de pie, nos arrodillamos, nos sentamos y también somos invitados a realizar una serie de gestos corporales. Estas posturas y gestos corporales no son meramente ceremoniales. Tienen un significado profundo. Cuando se realizan con comprensión, pueden realzar nuestra participación personal en la misa. De hecho, estas acciones representan la manera en que integramos nuestro cuerpo a la oración que es la misa.
En la misa levantamos nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras voces a Dios, porque somos criaturas compuestas de cuerpo y de alma y es por esto que nuestra oración no está confinada a nuestras mentes, a nuestros corazones y a nuestras voces, sino que también se expresa con nuestro cuerpo.
Cuando nuestro cuerpo participa en nuestra oración, oramos con toda nuestra persona, como espíritus encarnados tal como Dios nos creó. Este compromiso de todo nuestro ser en oración nos ayuda a orar con una mayor atención.
Cada postura corporal que asumimos en la misa enfatiza y refuerza el significado de la acción en la que estamos participando en ese momento de nuestro culto. Ponernos de pie es un signo de respeto y honor y por ello nos ponemos de pie cuando el celebrante, quien representa a Cristo, entra y sale de la asamblea.
Cuando nos ponemos de pie para la oración, asumimos la plenitud de nuestra estatura ante Dios, no con orgullo, sino con una humilde gratitud por las cosas maravillosas que Dios ha hecho al crearnos y redimirnos. Por medio del Bautismo, se nos ha dado el poder compartir la vida de Dios y el ponernos de pie es un reconocimiento de este don maravilloso. Nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio, el culmen de la revelación, las palabras y los hechos del Señor y los obispos de los Estados Unidos han elegido el permanecer de pie como la postura que se debe observar en este país para la recepción de la Comunión, el sacramento que nos une a Cristo de un modo más profundo porque Él está ahora gloriosamente resucitado de entre los muertos y es la causa de nuestra salvación.
En la Iglesia primitiva, la postura de rodillas simbolizaba la penitencia, la conciencia del pecado nos derrumba. La postura de rodillas estaba totalmente identificada con la penitencia y por eso era prohibido arrodillarse los domingos y durante el tiempo de Pascua, en que el espíritu que prevalecía en la liturgia era aquel de gozo y acción de gracias. Durante la Edad Media, la posición de rodillas vino a significar el homenaje que un vasallo a su amo; y, más recientemente, esta postura ha venido a significar adoración. Es por esta razón que los obispos de este país han elegido la posición de rodillas como postura corporal durante toda la Plegaria Eucarística después del canto o rezo del Santo.
El estar sentados es la postura corporal para la escucha y meditación; por ello, la asamblea se sienta durante las lecturas previas al Evangelio y puede, del mismo modo, sentarse durante el período de meditación que le sigue a la Comunión.
Diácono Mario Zúniga es diácono de Misión Dolores.