El diácono Mario Zúniga sostiene una vela encendida durante una presentación sobre las Obras de Misericordia el salón parroquial de San Antonio en San Francico el 22 de febrero. (Foto Zac Wittmer).
11 de marzo de 2020
Lorena Rojas
Guillermo Méndez sostuvo una pequeña piedra que le dieron durante el retiro de Cuaresma de la Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de San Francisco, en la iglesia San Antonio de Padua en San Francisco para ayudar a las familias a prepararse durante la Cuaresma. Con los ojos cerrados, Guillermo palpó la piedra mientras reflexionaba cuáles eran las piedras en su camino que le perturban la vida.
Al finalizar la dinámica guiada por el diácono Mynor Montepeque, durante el retiro del 22 de febrero concluyó que había una cosa que le afectaba más y era la falta de tiempo para dedicarle a su familia y a su vida espiritual.
Méndez, parroquiano de Nuestra Señora de Loreto en Novato dijo que los minutos de reflexión con la piedra en la mano y la plática del diácono Montepeque de Corpus Christi, le ayudaron mucho porque tuvo la oportunidad de desconectarse de otros pensamientos y pensar en lo que afecta su vida.
“Paso muy ocupado con mi trabajo como constructor, padre de familia de cuatro hijos, esposo y líder de grupos pastorales y no me queda tiempo para pensar en cosas que me afectan”, dijo.
Todo lo que hace le gusta, pero durante esta reflexión descubrió que la falta de tiempo para su familia y su vida espiritual es un obstáculo en su camino, y quiere hacer cambios en este tiempo de preparación para la Pascua.
La presentación del diácono Montepeque también llamó la atención para que no se deje pasar la Cuaresma simplemente como otro tiempo litúrgico. Más bien motivó a hacer “algo para cambiar internamente”.
En el retiro, también predicó el diácono Mario Zúniga de Misión Dolores, hablando sobre las Obras de Misericordia, un tema conectado a la Cuaresma pues uno de los tres pilares de este tiempo es “dar limosna”, una forma de hacer obras de caridad o misericordia.
El diácono Zúniga puntualizó que la caridad se “debe hacer sin distinción de personas”, sin dejar fuera a las personas de otras religiones o sin religión, sin prejuicio contra las personas de diferente orientación sexual, o diferente color, dijo.
“No se cansen de hacer el bien, su responsabilidad como cristiano es dar, no es lo que la persona que recibe, haga con lo que usted le da”, dijo el diácono Zúniga. Agregó que hay muchas formas de dar, no solamente a través de la ayuda económica.
Por ejemplo se puede dar una sonrisa, una llamada telefónica, dar el asiento a una persona mayor en el autobús, llevar una sopa caliente a un enfermo, dejar a alguien que tiene prisa que pase primero en la línea del supermercado, detalló.
Y explicó que hay varios niveles para practicar las obras de misericordia. Una forma es dar tanto como se pueda, una persona puede dar limosna con buena voluntad pero puede ser que no de lo suficiente de acuerdo a la cantidad de recursos que tiene.
Otro nivel es dar sin que le pidan, o dar de forma anónima o indirectamente esta ayuda puede ser por medio de la Cruz Roja o de alguna otra organización de servicio humanitario.
“Y el nivel más alto de caridad es ayudar a alguien antes que llegue la necesidad”, por ejemplo cuando una persona ha perdido el trabajo, y antes de que llegue la crisis se le puede ayudar a pagar la vivienda, explicó el diácono Zúniga.
La última presentación del día estuvo a cargo del diácono Juan Michel de la iglesia San Carlos, asesor de la Pastoral Familiar Arquidiocesana Hispana quien habló en el retiro sobre las tentaciones.
“Nuestras tentaciones se comparan con las de Jesús en el desierto con la diferencia que nosotros muchas veces no sabemos cómo enfrentarlas”. Para ello, la Iglesia ofrece durante la Cuaresma una respuesta para que cada persona se prepare individualmente a través del ayuno, la limosna y la oración, concluyó el diácono Michel.
El retiro finalizó con la misa presidida por el padre Moisés Agudo, vicario para los hispanos de la Arquidiócesis de San Francisco.