Nieves Pacheco, parroquiana de San Antonio en Menlo Park, sostiene una pancarta durante una protesta pacífica contra los desalojos en la esquina del Camino Real y Jefferson en su vecindario Redwood City en el 2017. La Iglesia Católica celebra el 27 de septiembre la 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. (Foto de cortesía).
16 de septiembre del 2020
Lorena Rojas
San Francisco Católico
La Iglesia Católica celebra el 27 de septiembre la 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, para fortalecer el compromiso con los desplazados en el camino muchas veces forzado y doloroso hacia un nuevo hogar.
La 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, en el 2020 está dedicada a los desplazados internos, quienes representan en la actualidad, más de 50 millones de personas o grupos de personas que han huido de sus hogares o lugar de residencia por conflictos armados, violencia, violación de los derechos humanos, desastres naturales o provocados por el ser humano, pero que no han cruzado una frontera estatal o internacional.
Nieves Pacheco, es una parroquiana de la iglesia San Antonio de Padua en Menlo Park, una inmigrante que se vio obligada a desplazarse debido a la violencia. Salió de Jalisco, México a los 22 años, dejando a sus tres hijos pequeños escondidos en la casa de su mamá para salvar su vida y la de ellos.
Pacheco no es una desplazada interna, es una migrante que cruzó una frontera internacional para ingresar a otro país.
Cuando llegó a la casa de un familiar en Redwood City, pensando que estaba lejos del peligro y llena de esperanza de poder volver a México para traer a sus hijos con ella y construir una vida nueva, no se imaginó la sorpresa que se llevaría al segundo día de su llegada.
“Me vine huyendo de una relación que si no me hubiera escapado o estaría muerta, hubiera perdido a mis hijos, o no sé qué hubiera pasado. A los dos días de estar aquí en la casa de un familiar, ella me hecho a la calle”, narró.
“Comenzé a buscar una comunidad donde refugiarme y fue así como llegué a la iglesia San Antonio de Padua en Menlo Park, buscando algo que me apoyara moralmente, y ahí encontré una familia de la cual no me he separado en los 32 años que llevo viviendo en este país”, dijo Pacheco al San Francisco Católico.
En San Antonio de Padua, Pacheco encontró comida para el cuerpo y alimento para el alma. Durante los primeros dos meses en este país, iba todos los días a comer al comedor de la iglesia, y los domingos iba a la misa.
Ayudó como catequista de Primera Comunión y luego de Confirmación durante 21 años. También se unió al ministerio de Liturgia en el cual todavía ayuda los domingos en la misa de 8:30 a.m., dijo.
A través del servicio en una comunidad de migrantes como San Antonio, ha podido seguir conectada a su cultura latinoamericana y a su idioma español.
Desde hace unos cinco años, Pacheco comenzó a servir con la organización sin fines de lucro Fe en Acción que coordina programas con la Iglesia Católica de ayuda a inmigrantes. Ofrece asistencia legal, ayuda para evitar desalojos y otros servicios comunales.
Pacheco representa a millones de desplazados en el mundo por quienes el papa Francisco ha abogado de forma especial desde el inicio de su pontificado.
Para atender el doloroso drama de la migración, existe en la Santa Sede, la Sección Migrantes y Refugiados dentro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Esta sección la dirige directamente el papa Francisco.
En el 2017, la Santa Sede publicó el documento “Veinte Puntos de Acción Pastoral” como una prioridad pastoral en los programas locales, temas claves en las homilías, en la educación y en medios de comunicación.
La Santa Sede recomendó estos puntos como una contribución a los Pactos Mundiales de las Naciones Unidas sobre los migrantes y los refugiados, para una migración segura, ordenada y regular, y fueron adoptados a finales del 2018.
Los desplazados internos representan “un drama a menudo invisible que la crisis mundial causada por la pandemia del COVID-19 ha agravado”, dijo el papa Francisco en su mensaje con motivo de la 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado.
La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos hace hincapié en la larga historia de esta nación como un país de inmigrantes y de acogida a los inmigrantes, sobre todo a los recién llegados. También resalta la misión de la Iglesia Católica de ofrecerles ayuda pastoral.
En la declaración pastoral “Recibiendo al extranjero entre nosotros: unidad en la diversidad” del 2001, los obispos de los Estados Unidos llamaron a los fieles a una conversión de la mente y del corazón para la comunión y la solidaridad con los recién llegados y a acoger a los migrantes en las iglesias, escuelas y comunidades.
Los obispos de Estados Unidos y de México en la carta pastoral “Juntos en el camino de la esperanza ya no somos extranjeros” del 2003, reconocieron que el sistema de inmigración de este país necesita una reforma integral urgente y propusieron cambios a las leyes y políticas de EE.UU. para lograr un sistema de inmigración más humano y justo.
Los cambios no se han logrado. Por lo contrario, en los últimos años se han perdido programas fundamentales para el desarrollo humano de los inmigrantes en los Estados Unidos, como el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés) y el programa de Estatus de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés).
La Arquidiócesis de San Francisco, con motivo de la 106 Jornada Mundial de los Migrantes y los Refugiados, ofrecerá el curso en inglés “Inmigración y Justicia Social” vía Zoom, los martes del 22 de septiembre al 27 de octubre, organizado por la oficina de Desarrollo Humano Integral.
El curso incluye documentos de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, Vaticano II, documentos de san Juan Pablo II y del papa Francisco entre otros.