Jóvenes de la Arquidiócesis de San Francisco y otras diócesis cercanas se ven de rodillas frente al Santísimo en el campo de juegos de la iglesia San Antonio en Menlo Park. El sacerdote Eudista Carlos Panesso dirigió la Hora Santa la tarde del 17 de octubre. (Foto Zac Wittmer/San Francisco Católico).
27 de octubre 2020
Lorena Rojas
San Francisco Católico
La vida de Oswaldo Sánchez de 17 años de edad ha estado marcada por las drogas, alcohol, abuso familiar, pensamientos suicidas y mucho odio, inclusive hacia Dios.
Sánchez es un parroquiano de Nuestra Señora de la Asunción en Carmichael, Sacramento que participó en el 1.er Retiro para Jóvenes en la iglesia San Antonio de Padua en Menlo Park el 17 y 18 de octubre.
“Conocí a Jesús en la Eucaristía y cambió mi vida, ahora quiero ser un fraile capuchino, franciscano”, dijo.
A la hora del crepúsculo, sentado junto a la silueta de los árboles dibujada en el zacate del campo de la iglesia San Antonio, Sánchez narró episodios que le ha tocado vivir en su corta edad.
“Cuando yo era joven, solo tenía el deseo de hacer cosas malas. Me sentía miserable y quería terminar con mi vida. Era un muerto en vida. Odiaba a Dios por todo lo que me pasó”, dijo Sánchez al San Francisco Católico.
¿Qué le pasó? “Soy de una familia muy disfuncional. Me sentía rechazado por todos y sobre todo por mi madre, quien desquitó en mí por todo el odio que ella tenía”, dijo Sánchez.
Sánchez, se refiere a su juventud como si fuera algo que quiere dejar en el pasado. Y narra acerca de su encuentro con un Jesús vivo que no quiere perder.
“Mi papá, quien no vivía con nosotros, un día me invitó a la misa en una pequeña capilla. Llegué ahí pero no había misa. Miré por la rendija de la puerta de la capilla y lo vi a él, (Jesús en el Santísimo Sacramento).
“Yo no conocía a Dios, y ese día lo vi presente en esa Eucaristía. Sentí que Dios me dijo que me amaba y yo me enamoré de él. Desde ese momento lo iba a visitar día tras día. Lloraba mucho frente a él en el Santísimo Sacramento mientras Dios me iba sanando poco a poco hasta que me quitó una legión de encima”, narró este joven.
En los más de ocho meses que lleva alejado de las “cosas malas” que hacía se integró a servir como monaguillo en su parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en Carmichael, Sacramento.
Sánchez participó también en un retiro con los frailes capuchinos franciscanos, orden a la cual desea ingresar cuando termine la secundaria. Está cursando el último año.
Historias dolorosas como la de Sánchez afligen a muchos de los jóvenes que llegaron al retiro en San Antonio.
“Los jóvenes nos han compartido sus dificultades, la mayoría de ellos tienen problemas de comunicación con sus familias”, dijo Miriam Villar, una de las organizadoras del evento junto con su esposo Jesús Lombera, ambos miembros del grupo de oración carismático Caminando con Jesús de la iglesia San José Obrero en Menlo Park.
Villar expresó con regocijo que llegaron muchos jóvenes al retiro. Llegaron de San Mateo, San Francisco, San José, Oakland y hasta de Sacramento como fue el caso de Sánchez.
“La idea de hacer este retiro para Jóvenes y continuar haciéndolo cada año, es porque queremos atraerlos a la Iglesia y motivarlos para que se involucren en los ministerios que tenemos. Queremos darles seguimiento cuando estén participando en los grupos parroquiales”, dijo Villar.
Ella se mostró agradecida con el padre Fabio Medina, párroco de San Antonio por el apoyo que les ha dado para realizar este nuevo evento.
El retiro incluyó pláticas para los papás de los jóvenes, los cuales se reunieron en una tienda en el mismo campo de juegos de la iglesia San Antonio.
Los muchachos escucharon sobre temas que les afecta directamente. Les hablaron con palabras adecuadas para sus edades y con mensajes que responden a sus necesidades. Los participantes adoraron al Santísimo con devoción durante la Hora Santa, participaron de la misa y jugaron.
Uno de los conferencistas fue el padre Carlos Panesso, un sacerdote Eudista que vino de Colombia a predicarles.
El padre Panesso es el director de la radio Minuto de Dios en Colombia y dirige espiritualmente a una comunidad de unos 700 jóvenes.
Durante la Hora Santa, el padre Panesso compartió con los jóvenes su devoción a la Eucaristía y el testimonio de su mamá y un amigo cercano quienes se convirtieron a la fe católica por la experiencia vivida la primera vez que estuvieron cerca de la Eucaristía.
El oró profundamente para que los jóvenes se animen a entregarle a Dios su juventud, los invitó a entregarle a Jesús los pensamientos que los lastima y los motivó a que experimenten sentirse amados por Jesús.