Marta García coloca el anillo de matrimonio en el dedo de su esposo Pedro, durante la renovación de los votos matrimoniales el 6 de septiembre en la capilla de la Madres Adoratrices en San Francisco.
11 de agosto de 2019
Lorena Rojas
Los fundadores de la Cruzada Guadalupana de San Francisco, Pedro y Marta García renovaron los votos matrimoniales, el mismo día que cumplieron 50 años de casados, en una ceremonia en la capilla de las Madres Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, en San Francisco.
La celebración comenzó con una misa de renovación de los votos matrimoniales, presidida por el obispo auxiliar emérito de San Francisco William Justice y concelebrada por el rector de la catedral Santa María de la Asunción, padre Arturo Albano.
Los García se casaron un 6 de septiembre de 1969 a las 6 de la tarde, en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en Morelia, Michoacán. Tienen dos hijos que viven en México.
En el matrimonio de Marta y Pedro vemos un ejemplo de amor y de servicio, dijo el obispo Justice en la homilía. El Resaltó que Pedro y Marta en su matrimonio han caminado por 50 años sirviendo, primero en el apostolado de ayuda a los migrantes, luego ayudando a niños huérfanos en un hogar que fundaron y dirigen en Morelia, México y dirigiendo la Cruzada Guadalupana de San Francisco.
Hace 25 años comenzaron la Cruzada Guadalupana, un gran ministerio para la propagación de la devoción a la Virgen. La Cruzada comenzó con 250 peregrinos y en diciembre del 2018 reunió a unos 40 mil guadalupanos en San Francisco.
Los García son parroquianos de la catedral Santa María de la Asunción, donde sirven como miembros del consejo pastoral y del equipo organizador de la Marcha del Rosario. También representan a los hispanos en la organización de las celebraciones de los 50 años de la catedral Santa María de la Asunción.
Para Pedro vivir 50 años de matrimonio con Marta, ha sido una misión de trabajo juntos para acoplarse el uno al otro a pesar de las diferencias, y teniendo siempre presente los valores cristianos que aprendieron de sus papás y abuelos. Mientras tanto, Marta asegura que vivir todos estos años con Pedro la hace muy feliz sobre todo por el “carácter tan bonito de Pedro. No da motivo para peleas”, dice.