El papa Francisco recibe el sacramento de la Reconciliación. (Foto Noticias del Vaticano).
26 de marzo del 2020
NOTICIAS DEL VATICANO
La salus animarum, la salvación de las almas, es la ley s
uprema de la Iglesia. Es por eso que la Iglesia siempre busca de todas las maneras posibles, ofrecer la posibilidad de reconciliación con Dios a todos aquellos que lo desean, que están en búsqueda, que esperan o que se dan cuenta de su condición y sienten la necesidad de ser acogidos, amados, perdonados.
En estos tiempos de emergencia debido a la pandemia, para las personas gravemente enfermas y aisladas
en pabellones de cuidados intensivos, así como para las familias a las que se les pide que se queden en c
asa para evitar la propagación del contagio, es útil recordarles a todos la riqueza de la tradición, dijo el
papa Francisco durante la homilía de la misa en Santa Marta en el Vaticano el viernes 20 de marzo.
"Sé que muchos de ustedes para la Pascua van a confesarse para reencontrarse con Dios”, dijo el Papa. “
Muchos me dirán hoy: 'Pero, Padre ¿dónde puedo encontrar un sacerdote, un confesor? ¿por qué no se
puede salir de casa? Y yo quiero hacer las paces con el Señor, quiero que Él me abrace, quiero que mi papá
me abrace... ¿Cómo lo puedo hacer si no encuentro sacerdotes?' Haz lo que dice el Catecismo".
"Es muy claro: si no encuentras un sacerdote para confesarte, explicó el pontífice, habla con Dios que es tu
Padre y dile la verdad: 'Señor, he hecho esto, esto, esto... perdóname', y pídele perdón con todo tu corazón
en un acto de dolor, prométele: 'Me confesaré más tarde, pero perdóname ahora'. Y de inmediato volverás
a la gracia de Dios. Tú mismo puedes acercarte al perdón de Dios sin tener un sacerdote a mano como nos
enseña el Catecismo. Piensa en ello: ¡es la hora! Y este es el momento apropiado, el momento oportuno.
Con un acto de dolor bien hecho, nuestra alma se volverá blanca como la nieve".
El papa Francisco se refiere a los números 1451 y 1452 del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por
San Juan Pablo II y redactado bajo la guía del entonces prefecto de la congregación para la doctrina de la fe,
el cardenal Joseph A. Ratzinger.
Sobre el tema de la "contrición", el Catecismo, citando al Concilio de Trento, enseña que entre los actos del
penitente lo que "ocupa el primer lugar" es el dolor del alma y la reprobación del pecado cometido,
acompañado de la intención de no pecar más en el futuro".
“La contrición se llama ‘perfecta’ (contrición de la caridad) cuando proviene del amor del Dios amado sobre todas las cosas. Tal contrición perdona los pecados veniales. También obtiene el perdón de los pecados
mortales si implica el firme propósito de recurrir lo antes posible a la confesión sacramental", dice el
Catecismo.
Por lo tanto, mientras se espera recibir la absolución de un sacerdote tan pronto como las circunstancias lo
permitan, es posible con este acto ser perdonado inmediatamente. Esto también fue afirmado por el
Concilio de Trento, en el capítulo cuatro de la Doctrina de Sacramento Paenitentiae, donde se afirma que la contrición acompañada de la intención de confesión "reconcilia al hombre con Dios, incluso antes de que
este sacramento sea efectivamente recibido".
Es un camino para la misericordia de Dios abierto a todos, que pertenece a la tradición de la Iglesia y que
puede ser útil a todos y de manera especial es útil para aquellos que en este momento están cerca de los
enfermos en las casas y en los hospitales.