26 de febrero del 2020
Greg Erlandson
Catholic News Service
El papa Francisco puede ser testarudo.
Si los americanos no suelen preocuparse por Ucrania,
según indican reportes atribuidos al secretario de Estado
recientemente, cuál es la probabilidad de que los
americanos católicos puedan tener algún interés en la
Amazonía?
Debido a ello, admiro la terquedad del papa Francisco en insistir que se llevara a cabo un sínodo de obispos en el Vaticano el año pasado para enfocar la atención de la Iglesia en un rincón del mundo que en general se considera remoto.
Decir que es un rincón desconocido quiere decir que pasa mayormente desapercibido en los países de
Occidente, a no ser que tengan industrias que se beneficien de los recursos de la región. No es algo
desconocido para los 31 millones de personas que viven allí —entre ellos 3 millones de personas indígenas— ni para los descendientes de esclavos africanos.
A ellos les pertenece una región que es cinco veces del tamaño de Alaska, una región repartida entre varios
países y una región que está atravesando un cambio profundo en el ámbito social y ecológico.
Como obispo proveniente de América Latina, el papa Francisco está consciente de la Amazonía, de sus
retos y su gente, lo cual lo llevó a convocar un sínodo y ahora ha escrito una exhortación apostólica
postsinodal titulada “Querida Amazonía”.
Esta exhortación apostólica ha sido materia de mucha especulación de lo que fuera o no fuera a decir
acerca de la carencia de sacerdotes en la región. Puesto que la Eucaristía y la Confesión son una rareza en
muchas comunidades, ¿permitiría que los diáconos casados fueran ordenados al sacerdocio como propuso
la mayoría de los padres del sínodo?
Si bien el Papa, como suele ser su estilo, permitió que el tema se discutiera abiertamente, sintió que no
existía un consenso para apoyar una excepción de esa magnitud y que él mismo no estaba preparado para
dar ese paso. Esto fue recibido con desilusión entre algunos y con alivio entre otros.
Lo desafortunado con respecto a esto y a otras controversias es que quedó esfumada la inmensa inquietud
pastoral por la región del Santo Padre y de la Iglesia.
Como se dice, tomando prestada una frase modificada del ámbito político, “Se trata de las almas, tonto”.
Las almas de los habitantes de la Amazonía, muchos de los cuales han sido forzados a irse de su tierra,
explotados y vulnerables. El alma de la Amazonía en sí ha sido despojada a punta de fuego, dique y
serrucho. Están incluidas las almas de aquellos que explotan, queman y devastan y las almas de aquellos
que le damos la espalda al sufrimiento de los vulnerables.
“Amada Amazonía” es un documento apasionado que recoge no solo los testimonios de pronunciamientos
eclesiásticos previos sino también las reflexiones de poetas latinoamericanos como Ana Varela Tafur:
“Son muchos los árboles donde habitó
la tortura y vastos los bosques
comprados entre mil muertes”.
El documento es un tributo a la tierra y a la diversidad de las culturas que subsisten de ella. Asimismo, el
Papa sabe que no hay manera de retornar a un pasado perfecto. El modernismo ha llegado acompañado
de una serie de cambios que —inclusive con la mejor de las intenciones— va a impactar a las personas y a
su tierra.
Existe un tipo de problema que los científicos sociales denominan “problema perverso”: complejo, difícil de
definir y sin solución definitiva. La penuria de la Amazonía es un “problema perverso” que exige una
inmensidad de recursos y el enfoque de varias naciones sin que exista una certidumbre de resultados ni
tampoco la prevención de consecuencias impremeditadas.
El Papa nos pide que nosotros, la Iglesia, acompañemos y apoyemos a la gente de la Amazonía y que nos
involucremos con ellos en la búsqueda de soluciones. También nos recuerda que la Iglesia no es ni una
ONG ni una organización de apoyo únicamente.
La misión de la Iglesia es de llevar la buena nueva a las personas de la región. Cristo es la respuesta
aunque tengamos que ser las manos y los pies de Cristo.
Erlandson es director y jefe de redacción de Catholic News Service. Para contactarlo
escriba: [email protected]