Las velas de una corona de Adviento se encienden en el siguiente orden: La primera vela púrpura el primer Domingo de Adviento, este año es el 1 de diciembre. Luego, siguiendo el movimiento de las agujas del reloj se enciende la segunda vela púrpura el segundo Domingo de Adviento el 8 de diciembre. El tercer Domingo de Adviento es el 15 de diciembre ese día se enciende la vela rosa, este domingo es conocido como Domingo Gaudete o de alegría. La última vela púrpura se enciende el cuarto Domingo de Adviento el 22 de diciembre. (Foto CNS/ Ann M. Augherton, Arlington Herald)
23 de noviembre de 2019 GREG KANDRA
Hemos escuchado demasiado a Mariah, soportado demasiadas decoraciones de oropel, visto demasiados especiales de Hallmark, hemos sido bombardeados con demasiados anuncios de champaña, dulces y autos. El calendario está fuera de control. Black Friday en realidad comenzó un lunes, y la música navideña en Halloween.
¿Ya es enero?
En medio de todo esto, podemos olvidar fácilmente una parte vital del calendario cristiano, el Adviento.
Una vez prediqué una homilía en la que lamentaba la tendencia a fusionar el Adviento y la Navidad en un vago
desenfoque invernal que podríamos llamar "Chradvent" (palaba compuesta de dos palabras en inglés). Es todo lo
mismo ¿no? Bien podría comenzar temprano ¿verdad?
No.
Adviento prepara el escenario, llamándonos a "preparar el camino", construyendo en nuestros corazones un
sentido de anhelo, anticipación y esperanza gozosa. Dorothy Day una vez comparó el Adviento con una mujer que
espera un hijo. "Ella vive vestida de silencio", escribió Day, "como si estuviera escuchando el revuelo de la vida
dentro de ella".
¿Silencio? Es difícil apreciar eso cuando cada día está lleno de "Fa-la-la".
Nos preguntamos: ¿Cómo podemos recuperar el misterio y la tranquilidad de esta hermosa temporada? ¿Cómo
podemos hacer que el Adviento importe?
Sugeriría tres ideas, tres enfoques para estos días que pueden ayudarnos a experimentar el Adviento como debe
ser.
Primero, mire. Yo vivo en la ciudad de Nueva York, y cada rincón durante diciembre te da un vistazo a las luces,
decoraciones, anuncios, las multitudes, es emocionante y agotador a la vez. Pero podemos apreciarlo más, creo, si
nos esforzamos en mirar más allá del ataque navideño temprano, hacia lo que hay atrás. Al igual que hace 2.000
años todavía somos un mundo en espera...Somos un mundo que espera desesperadamente la luz.
Estos días prenavideños satisfacen nuestra antigua necesidad de dar luz a esta época oscura del año.
Desenredamos los cables y reemplazamos las bombillas quemadas y luego tendemos cables alrededor de la casa y de los arbustos con un propósito explícito: combatir la oscuridad y desafiar la noche. Las primeras palabras de Dios en toda la Escritura se convierten en nuestro himno en diciembre: ¡Que haya luz! Durante estas semanas, cuando vemos estas exhibiciones extravagantes, de bueno o mal gusto…podemos encontrar signos la esperanza.
Adviento se trata de esa esperanza, esa expectativa del Sol de Justicia.
Segundo, escuche. ¿Oye lo que oigo? La banda sonora de la Navidad se hace escuchar, y se escucha y escucha durante el Adviento y a veces, incluso antes. La televisión por cable, internet, los medios modernos de todo tipo reclaman atención. ¿Dónde está ese silencio sagrado del que escribió Day?
Necesitamos buscarlo, donde sea y como podamos. Requiere esfuerzo, pero el esfuerzo vale la pena.
Baje el volumen, haga clic fuera de la computadora. Apague el televisor. Baje las luces y atenúe el resplandor.
Trabaje para hacer de esta temporada un momento de gentileza, un momento de tranquilidad, consideración y paz.
Finalmente, “Let it go!”. El himno de "Frozen" puede ofrecer consejos útiles durante esta estresante época del año. ¿Demasiado ocupado? ¿Demasiado distraído? Algunas cosas pueden esperar. Déjelas.
KANDRA es diácono de la Diócesis de Brooklyn, Nueva York, es autor de "La guía de o ración de la persona ocupada" (Word Among Us Press).