Mujeres se ven con bolsas de provisiones. (Foto de cortesía).
16 de abril del 2020
Lorena Rojas
Desde que Mario Cubulé, un inmigrante guatemalteco de San Mateo, perdió las pocas horas de trabajo en un restaurante, no ha podido volver a “esquinear” para conseguir algún trabajo temporal. Tampoco ha recibido el salario para la comida de él y su hija de 12 años. “Por ahora lo que estoy haciendo es ir a la iglesia San Antonio, ya ve que ahí dan comida todos los días”, narró al San Francisco Católico.
Todos los días a la hora del almuerzo, Cubulé maneja su bicicleta unas dos millas desde donde vive hasta el comedor San Antonio de Padua en la iglesia que lleva el mismo nombre en Menlo Park. Ahí coge una bolsa de comida caliente y una bolsa extra con pan, frutas y vegetales para comer él y su hija. Este es el alimento principal de los dos para todo el día.
“Algunos días nos dan pasta, otros días carne, papas y ensalada preparados, y con el pan, las frutas y los vegetales nos llenamos”, comparte Mario Cubulé.
Comiendo en San Antonio de Padua, “estoy ahorrando un poco de dinero y eso ayuda bastante”, dice.
“Ahora el problema es la renta porque no sabemos cuándo vamos a volver a trabajar”.
Con los pocos ahorros que tenía Cubulé pagó en abril los $900 dólares por el espacio que renta en una casa, pero no sabe cómo va a pagar el alquiler de mayo, y de donde va a coger dinero para mandarle a su esposa y cuatro hijos que mantiene en Guatemala de donde emigró hace menos de un año.
Él sabe que debido a la crisis por el COVID-19 hay un incentivo para la renta y buscó ayuda sobre este en la escuela a donde va su hija, “pero me dijeron que debo llenar una forma en internet y yo no sé nada de internet”, compartió.
También le informaron que para tener ayuda con la renta tienen que presentar comprobantes de los ingresos de los últimos trabajos.
“Algunos requisitos no los tengo, como comprobantes de ingresos porque yo lo que hacía era “esquinear” (pararse en una esquina de la calle a esperar ser contratado por unas horas para trabajos de construcción, jardinería o limpieza), y el trabajo en el restaurante tenía menos de un mes de haber comenzado”, dijo angustiado Mario Cubulé.
“Lo que queda es esperar y confiar en Dios que se quite este virus y luego poder seguir para adelante sin el pensamiento negativo de que si salgo me puede pasar algo”, concluyó.
El comedor San Antonio de Padua en Menlo Park ha sido una fuente de ayuda y por muchos años ha estado sirviendo comida en sus instalaciones de la parroquia del mismo nombre. Su gerente de operaciones Maximiliano Torres asegura que siguen sirviendo comida caliente a los necesitados durante la pandemia, pero han hecho cambios en la forma de servir. Desde el 14 de marzo comenzaron a dar la comida solo para llevar, dijo.
“La gente puede estar confiada que mientras Dios nos tenga con salud pueden contar con una comida caliente de lunes a sábado para recogerla de 11 de la mañana a 1 de la tarde. Y este año también tendrán la cena especial de Pascua para llevar el 11 de abril”, dijo Torres con tono alegre.
Él confía en los donantes del comedor San Antonio de Padua, para hacerle frente a una mayor demanda de comida si llegaran más personas debido al aumento del desempleo.
“Las personas que no tienen un trabajo donde presentarse y no pueden trabajar desde la casa, han tenido que retrasar el pago de la renta, eso no quiere decir que ese pago se les perdone, en algún momento lo tienen que pagar. Estas personas ahorran un poco de dinero viniendo a comer al comedor para poder pagar la renta cuando llegue el momento”, explicó Torres.
Mientras tanto las organizaciones que ayudan a los necesitados con comida y alquiler de vivienda siguen luchando y creando nuevas formas para dar asistencia a toda persona que llegue a sus puertas.
Los camiones de las verduras, frutas y hortalizas que recoge Catholic Worker House de Redwood City siguen llevando la comida todos los martes y viernes desde el mercado de productos agrarios de South San Francisco hasta el comedor San Antonio de Padua, donde los preparan y los sirven calientes a quienes lleguen por ellos.
Larry Purcell fundador y director ejecutivo de Catholic Worker House de Redwood City recoge unas cinco mil libras de comida por semana donada por este centro de acopio, y las distribuye entre el comedor San Antonio de Padua y Catholic Worker House en donde el entrega los productos sin preparar los viernes.
Desde que se dio la orden de quedarse en casa y la regla de distanciamiento social de seis pies entre personas, Catholic Worker House ha tenido una mayor demanda de comida por parte de las personas que han perdido el empleo dijo Purcell al San Francisco Católico.
“Más gente está viniendo los viernes por comida y en la semana más desamparados están llegando a la casa a pedir alimentos y agua”, dijo.
“Les entregamos dos paquetes de tamaño de bolsas de supermercado llenas. Se entrega comida solo para llevar y solo una persona a la vez puede entrar a recogerla al corredor de la casa, así mismo nosotros estamos con máscaras y guantes entregando los alimentos para evitar la transmisión del virus en este momento”.
Además Catholic Worker House tiene otros programas, entre ellos la ayuda para pago de renta para el cual organización cuenta con un fondo de 30 mil dólares en subsidios.
“Por primera vez en 40 años, yo he tenido que dar dinero en efectivo del fondo de subsidio para renta a la gente sin papeles (sin documentos legales). Nunca antes había dado efectivo, pero tenemos que hacerlo por la crisis, para prevenir que estas familias se conviertan en desamparados”, dijo Purcell con tono de angustia.
“Ellos son jornaleros, o personas de la limpieza, si no están trabajando no tienen entradas con qué pagar la renta, si no pagan la renta se tienen que mudar a la casa de algún familiar o amigo en donde se hospedarían hasta diez personas en un apartamento de un dormitorio, lo cual es un riesgo mayor para la transmisión del coronavirus”, dijo.
Las personas más vulnerables buscan en Catholic Worker House ayuda para cualquier necesidad que tengan, como la que se presentó durante la primera semana de abril. “tuvimos que llamar a la ambulancia para que atendiera a dos personas que llegaron a nuestra puerta muy enfermos. Nosotros asumimos que estaban contagiados con el coronavirus”. Tenían fiebre, dolor muscular y otros síntomas asociados con la enfermedad dijo Purcell.
La Sociedad de San Vicente de Paul, del condado de San Mateo, una organización Católica sin fines de lucro ha estado siempre dando la mano a los desamparados, encarcelados y personas en la fuerza laboral con necesidades materiales, y con la crisis de trabajo suscitada por la pandemia con mayor razón ha estado al frente ayudando con comida, alquiler de vivienda, abrigo y pago de luz y agua.
Debido a que el evento más importante que realiza la Sociedad de San Vicente de Paul en San Mateo una vez al año para reunir fondos Hands & Hearts Making a Difference programado para el 23 de abril fue postergado, la organización requiere donaciones por otras vías. Las donaciones se pueden hacer en línea a la campaña Children of God Community Impact Fund para poder seguir respondiendo con las necesidades críticas.
Las donaciones se pueden hacer visitando https://us.commitchange.com/ca/san-mateo/society-of-st-vincent-de-paul-of-san-mateo-county/campaigns/children-of-god-community-impact