Todos tenemos que arrepentirnos todos los días de algo malo que hayamos hecho. Marco 11:25-26 dice: “Y cuando te pongas de pie para orar, si tienes algo contra alguien, perdónalo, para que su Padre del Cielo les perdone también a ustedes sus faltas”.
En el Evangelio de San Mateo 18, 21-22, Jesús nos da la respuesta. Debemos perdonar “setenta veces siete”, esto quiere decir ¡siempre! También nos da un mandato clarísimo en Mateo 5, 38-48 donde se nos dice que amemos y perdonemos a nuestros enemigos. Y que no odiemos, ni guardemos rencor, ni nos venguemos de nuestro hermano. Se nos insta a hacer el bien y orar por los que nos odian, imitando a nuestro Padre celestial, que hace salir el sol y manda la lluvia sobre buenos y los malos. También se nos aconseje amar a los que nos aborrecen, nos maldicen y difaman. Jesús nos da las instrucciones como perdonarlos.
La misión de satanás está muy bien explicada en 1 Pedro 5, 8 que dice, “Sean sobrios y estén vigilantes, porque su enemigo, el diablo ronda como león rugiente buscando a quien devorar. Resístanle firmes en la fe”.
Para poder combatir efectivamente las ocasiones de pecado, necesitamos desarrollar una constante y saludable vida de oración. La oración no tiene substituto.
La repuesta breve es no. En los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas, Jesús habla del pecado en contra del Espíritu Santo, el cual nunca será perdonado en esta vida ni en la próxima. “El que blasfema contra el Espíritu Santo no tendrá perdón nunca, antes bien será reo de pecado eterno”, dice Marcos 3,29.
17 de enero de 2020 “Ciertos pecados particularmente graves están sancionados con la excomunión, la pena eclesiástica más severa, que impide la recepción de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos, (cf. CIC can 1331; CCEO can 1420), y cuya absolución por consiguiente, sólo puede ser concedida según el derecho de la Iglesia, por el Papa, por el obispo del lugar, o por sacerdotes autorizados por ellos (cf. CIC can 1354-1357; CCEO can. 1420). En caso de peligro de muerte todo sacerdote, incluso privado de la facultad de escuchar confesiones, puede absolver de cualquier pecado y de toda excomunión” (cf. CIC can 976; para la absolución de los pecados, CCEO can. 725), según el Catecismo de la Iglesia Católica.
La ley de la Iglesia Católica requiere que los sacerdotes y obispos tomen el voto de celibato, pero los diáconos permanentes casados no tienen ese requerimiento. Los sacerdotes y obispos aceptan la disciplina del celibato libremente y de corazón para expresar su entrega y compromiso de servir a Dios y al prójimo.
La infalibilidad del Papa es un dogma de la Iglesia Católica definido en el Concilio Vaticano I (1869-1870). La enseñanza sobre la doctrina de la infalibilidad del Papa se encuentra en: Lumen Gentium, uno de los documentos del Vaticano II, en los documentos del Código de Derecho Canónico y en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Antes de hablar sobre la veneración a los santos es importante destacar que los católicos afirmamos que solo el Señor Todopoderoso, creador del cielo y la tierra es el Dios verdadero en quien “vivimos nos movemos y existimos…” Hechos 17, 28 y es a quien le debemos nuestra adoración. Así lo deja claro el primero de los Diez Mandamientos estableciendo que la adoración está reservada solo para Dios. En Deuteronomio 5, 7 el Señor le dice a su pueblo por medio de Moisés: “No tendrás otro dios delante de mí”.
Pregunta Daniel de la iglesia de Misión Dolores. En la cultura hispana suena extraño la referencia de misas de colores, porque viene a la mente la “misa negra” que practican grupos de personas creyentes de ritos sacrílegos vinculados principalmente al satanismo y la magia negra. Pero, la Misa Rojas, Misa Azul y la Misa Blanca no tienen ninguna relación con lo anterior. Más bien se celebran en Iglesia Católica para reconocer la labor de diferentes grupos de profesionales.
El diaconado permanente es un llamado, una vocación. La palabra diácono literalmente significa “servidor”, siguiendo el ejemplo de nuestro maestro Jesucristo que vino no para ser servido sino a servir. Hay tres niveles en el sacramento del Orden Sagrado: Los obispos, los sacerdotes y los diáconos.
El tema del Exorcismo es un tópico que a menudo se ve envuelto en misterio e información errada, y esto se debe en gran parte a la percepción común de la naturaleza y aplicación del exorcismo, a que estamos expuestos por los guiones exagerados de la industria cinematográfica y los programas de televisión.
Durante la misa asumimos diferentes posturas corporales: nos ponemos de pie, nos arrodillamos, nos sentamos y también somos invitados a realizar una serie de gestos corporales. Estas posturas y gestos corporales no son meramente ceremoniales. Tienen un significado profundo. Cuando se realizan con comprensión, pueden realzar nuestra participación personal en la misa. De hecho, estas acciones representan la manera en que integramos nuestro cuerpo a la oración que es la misa.
La primera parte del artículo sobre las Indulgencias estaba dedicado a la parte doctrinal. Esta segunda parte está dedicada a la parte práctica de los requisitos o condiciones y obras que se necesitan para ganar una indulgencia.
La indulgencia es la remisión ante Dios de la ‘pena temporal’ por los pecados ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un creyente dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual como administradora de la redención distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos.
La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación espiritual.